En 2018, México se adelantó a su tiempo con la Ley Fintech, al prometer un sistema financiero competitivo. Siete años después, la implementación del Open Finance es aún un proyecto en construcción.

El Open Banking representa una de las transformaciones más relevantes de la última década en el sistema financiero global. Al permitir que los usuarios compartan sus datos con terceros autorizados, rompe con el monopolio informativo de la banca tradicional e inaugura un nuevo ciclo de competencia e innovación. En México, donde más del 50 % de la población no accede plenamente al sistema bancario, y aproximadamente 6 de cada 10 adultos no cuentan con una línea de crédito activa, el potencial de impacto es inmenso.
A través del Open Finance, las fintech y plataformas digitales pueden ofrecer productos más adecuados, con menos fricción y mayor alcance —especialmente en regiones rurales y sectores informales. Al mismo tiempo, las empresas acceden a datos interoperables y valiosos, capaces de sustentar soluciones financieras más personalizadas, eficientes y escalables. Para México, esto no es solo una innovación tecnológica: es una estrategia de inclusión económica y desarrollo sostenible.
Un vistazo a su historia
Aunque el término «Open Banking» ganó popularidad en la última década, sus raíces se remontan a experimentos de banca en línea en los años ‘80, como los realizados por la Deutsche Bundespost en Alemania. Sin embargo, fue en 2015 cuando la Unión Europea dio un paso significativo, al adoptar la Directiva de Servicios de Pago 2 (PSD2), que obligó a los bancos a abrir sus datos a terceros autorizados. Esta regulación sentó las bases para el desarrollo del Open Banking en Europa y sirvió de inspiración para otros países, incluido México.
La situación en México
A pesar de los avances regulatorios, la falta de disposiciones secundarias ha dejado a bancos y fintechs en una especie de «limbo digital», esperando instrucciones claras para avanzar. Mientras tanto, otros países de la región, como Brasil, han tomado la delantera en la adopción de modelos de finanzas abiertas.
A pesar de estos desafíos, algunas iniciativas en México están marcando la diferencia. Por ejemplo, la colaboración entre Citibanamex y la plataforma de Open Finance Belvo busca mejorar la inclusión financiera al facilitar el acceso a servicios para sectores tradicionalmente desatendidos. Asimismo, Mercado Libre ha integrado plataformas de Open Finance para ofrecer productos financieros como tarjetas y préstamos a sus vendedores, promoviendo la inclusión financiera en su plataforma.
Además, bancos como BBVA México están trabajando en la implementación de soluciones de Open Finance, aprovechando experiencias internacionales para introducir productos con propuestas de valor sólidas en el mercado mexicano.
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