Nassim Taleb analiza la inteligencia artificial desde el escepticismo: riesgos, burbujas y la antifragilidad como clave del futuro.

La mirada crítica de Nassim Taleb sobre la inteligencia artificial
La inteligencia artificial (IA) se ha posicionado como la gran promesa tecnológica de nuestro tiempo. Empresas, gobiernos y expertos la presentan como el motor que transformará industrias enteras e incluso la naturaleza de lo humano. Sin embargo, el matemático y ensayista Nassim Nicholas Taleb, autor de El Cisne Negro y Antifrágil, advierte que detrás de tanto entusiasmo se ocultan riesgos, fragilidades y falsas expectativas.
La falacia del escalado en la IA
Una de sus críticas más conocidas apunta contra lo que denomina la falacia del escalado. La industria celebra modelos cada vez más grandes, entrenados con enormes cantidades de datos, con la ilusión de alcanzar la inteligencia artificial general (AGI). Taleb responde con escepticismo: lo cuantitativo no se traduce en cualitativo. Una biblioteca con más libros no necesariamente entiende mejor el mundo; de igual forma, inflar los modelos no los convierte en seres pensantes, solo aumenta su alcance.
El riesgo de una nueva burbuja tecnológica
Desde su experiencia en finanzas, Taleb advierte que el fervor en torno a la IA recuerda demasiado a otras burbujas. El meteórico ascenso de compañías como Nvidia o las multimillonarias apuestas de Silicon Valley podrían ser un castillo de naipes. La aparición de competidores más ágiles y económicos, como la china DeepSeek, demuestra lo rápido que la balanza puede cambiar. Taleb recuerda la lección de la burbuja puntocom: lo que parece imparable puede colapsar en cuestión de días.
IA y futuro del trabajo: el Efecto Lindy
En relación con el empleo, Taleb recupera el Efecto Lindy, según el cual aquello que ha durado durante siglos probablemente seguirá vigente. Así, oficios manuales como la plomería, la enfermería o la cocina parecen más sólidos que muchos empleos de oficina que hoy gozan de prestigio, pero que son altamente vulnerables al reemplazo digital. El tiempo, sostiene Taleb, es un mejor juez que la moda tecnológica.
Antifragilidad: aprender de los errores
Quizás el aporte más valioso de Taleb al debate sea su concepto de antifragilidad. No basta con que un sistema resista los golpes: lo valioso es que aprenda de ellos y salga fortalecido. La IA debería diseñarse para metabolizar errores, como los músculos que crecen después del esfuerzo. Una tecnología rígida e incapaz de absorber fracasos siembra fragilidad en un terreno incierto.
Los cisnes negros en la inteligencia artificial
Taleb también recuerda que la IA puede generar cisnes negros: eventos inesperados, de gran impacto y difíciles de anticipar. La historia demuestra que lo desconocido puede tener consecuencias devastadoras. Por eso insiste en aplicar el principio de precaución, evitando avanzar ciegamente hacia lo irreversible sin medir antes los riesgos.
Una visión más allá del tecnopesimismo
Su mirada no es la de un tecnófobo, sino la de un pensador crítico que invita a desconfiar de las narrativas triunfalistas y a detectar las fragilidades escondidas. La IA no es un oráculo ni un monstruo, sino un espejo de nuestras ilusiones y debilidades. El verdadero desafío no consiste en crear máquinas que lo sepan todo, sino en construir sistemas capaces de fortalecerse en la incertidumbre.
Reflexiones finales: la IA como medio, no como fin
Como señala Julián Colombo, CEO de N5, la inteligencia artificial no es un fin en sí mismo, sino un medio para liberar el potencial humano:
“El verdadero reto no está en las máquinas que aprenden, sino en las organizaciones que se animan a desaprender”.
A través de podcasts y espacios de divulgación, Colombo destaca el valor de las ideas de Taleb como brújula para entender los riesgos y oportunidades del presente.