Hace ya mucho desde que escribí el artículo sobre la ley de Parkinson. Sí, aquella sentencia que señala que «el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine» y que los que hablamos de productividad mentamos tantas veces. Sirvan como ejemplo los litros de tinta electrónica que han aparecido sobre el tema con diversos autores como Jeroen Sangers, Antonio José Masiá, Jerónimo Sánchez, y un largo etc…
Mi reflexión de hoy sin embargo es acerca de cómo llegamos a dicha situación y me he encontrado con dos situaciones muy diferentes, pero ambas creo que muy improductivas. Con motivos totalmente dispares y soluciones radicalmente diferentes. De un lado están/estamos aquellos que dejan todo para el último minuto y por otro lado están/estamos aquellos que pueden eternizarse buscando la perfección. Vamos, como se puede apreciar, situaciones muy diferentes que acaban por retrasar la entrega de un trabajo hasta el último minuto.
Dejando todo para el último minuto.
En este grupo están aquellos que suelen utilizar la frase «yo bajo presión trabajo mejor». Son los que normalmente aparecen referenciados en los artículos sobre la ley de Parkinson. Por diversos motivos dejan que «les pille el toro». Son procrastinadores natos. Siempre hay algo mejor que hacer que ponerse con este proyecto. No se tragan el sapo. No trocean el chancho (el chancho se come de a pocos que decía un jefe mío).
En resumen, son aquellos a los que el plazo se les va a echar encima sí o sí. Y un par de días antes pueden estar al 60% del proyecto. Seguro que conocemos a alguien así. Es más… posiblemente nosotros también habremos pecado alguna vez de este defectillo… aunque sea cuando éramos estudiantes… ¿Quién no se metió en un examen con los apuntes «a primera vista»?
Buscando la perfección.
Y que todos conozcamos algún caso del grupo anterior no implica que este sea único. Hay otro grupo de personas a los que la Ley de Parkinson también les afecta y mucho. Los que empiezan a revisar obsesivamente su proyecto. Buscando dejarlo «niquelao», perfecto, impoluto.
Creo que este segundo grupo está en una mejor situación, dado que en la fecha final está seguro de que tienen un producto mínimo viable (terminología agile); pero siempre están dándole un último retoque. Y sin embargo, por este mismo motivo están siendo, en mi opinión, ampliamente improductivos.
La frase del mundo de los negocios para esta situación es la que da el nombre al artículo: «la perfección es enemigo de lo bueno». Imaginemos que tienes tu presentación lista 3 días antes de tener que realizar la misma. Pero empiezas a revisarla una y otra vez. Que si modificas los textos (el «wording» que dice tu jefe); que si mejoras el hilo conductor («el story telling»); que si alineas todas las cajas, que si buscas una imagen que pegue más al texto, que si pruebas otro patrón de diapositivas… Y al final… el plazo encima y la presentación sin enviar.
¿Estas diciendo que es malo hacer bien las cosas?
Pues está claro que no. Las cosas hay que intentar hacerlas bien y a la primera. Hay que intentar acercarse a la perfección. Pero… espero que tengas un poco de criterio para saber cuándo tienes que decir basta, cuando debes dar tu trabajo por concluido.
¿Cuánto aportó aquel cambio de imagen? ¿Cuánto supuso la variación del storytelling? ¿Cuánto gana nuestro mensaje con esos cambios? ¿Y cuántos recursos somos capaces de dedicar a eso? Si tu presentación ya está en ese nivel de sobresaliente que exiges a tus trabajos… ¿realmente merece la pena ir a por el cum laude? Supongo que me dirás «depende» y está claro que sí lo buscarás el día que te permiten ir por primera vez a conocer a tu comité de Dirección, pero que no deberás hacer tanto el día de la presentación previa entre tus compañeros de departamento (el «friends and family»).
Entonces… ¿dónde está el límite?
El límite está donde tu lo pongas. Teóricamente y en términos economistas, donde la ganancia marginal iguale al coste marginal de esa hora de trabajo adicional. Lo que significa en ese momento en el que ya más esfuerzo implique una mejora mínima de tu proyecto o trabajo o presentación.
¿Y tu? ¿Padeces del mal de Parkinson? ¿En cual de sus variantes?
Este artículo fue publicado por primera vez en “Trabajando que es gerundio” el 3 de julio de 2016 y ha sido reeditado para n5now el 27 de febrero de 2021.