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Se estima que en la actualidad hay más de 100 millones de personas en el mundo que están usando criptomonedas para comprar productos o contratar servicios, para alquilar, adquirir una propiedad o un vehículo, e incluso se está empezando a imponer como medio de pago en el mundo del arte.
Si bien las criptomonedas todavía no se han masificado, no se puede negar que se están volviendo cada vez más populares: hoy sus usuarios equivalen a más de dos poblaciones de Argentina.
En la sección N5 Insight, del canal de YouTube de N5 Now, empresa especializada en el sector financiero y recientemente reconocida por Microsoft como la Startup del Año de Latinoamérica, se analiza la popularidad de estos activos digitales y lo que debemos saber para no perdernos de ser parte de esta tendencia mundial.
«El crecimiento de las criptomonedas en los últimos años fue sostenido. En el 2018 había 35 millones de usuarios y hoy ya son más de 100 millones. Asimismo, en la región hay cada vez más empresas que aceptan estos activos digitales como forma de pago, como se puede ver en Brasil, Argentina y Venezuela», explica Julián Colombo, CEO de N5.
Hasta marzo de este año, en Argentina se registraba 508 empresas que aceptaban operar con Bitcoin y sus variaciones, Ethereum y Cardano. Un buen ejemplo de lo que está sucediendo es Mercado Libre, que abrió una sección en su plataforma para la compra y venta de inmuebles a través de criptomonedas, lo que representan transacciones altas en esos activos digitales.
«En muchas economías latinoamericanas la criptomoneda pasó a ser una alternativa al dólar para resguardar patrimonio», explica el economista que cuenta con más de 20 años de experiencia en el sector.
El uso de estas monedas se puede ver en mayor medida en países de la región como Perú, Argentina, Chile o México, así como en Suiza, España, Estados Unidos, Alemania, Canadá y Japón.
El lado B de la criptomanía
Ante este escenario, Colombo advierte las ventajas y desventajas del uso y producción de este dinero virtual.
Un punto favorable que destaca el directivo es que las monedas digitales tienen un límite predefinido, conocido por todos e invariable, por ejemplo, el de bitcoin es de 21 millones, de los cuales 18,8 ya fueron minados.
Estas tres características las hacen atrayentes para el público general porque al tener un techo se evita una emisión indiscriminada y una devaluación como suele suceder con las monedas tradicionales.
Asimismo, las criptomonedas impulsaron una tecnología «filosóficamente» positiva que es la de blockchain, que se presenta como la solución a varios problemas como la dependencia de servidores o los ataques informáticos y, por lo tanto, posibilita la descentralización de la autoridad, democratización de la confianza, reducción de la burocracia, y la transparencia de la información.
Al mismo tiempo, el CEO de N5 resalta que muchos Bancos Centrales están reevaluando su postura sobre las criptomonedas, como se vio reflejado con la emisión del Sand Dollar, por parte del Estado de Bahamas.
«El cambio de mirada de los Bancos Centrales sobre las criptomonedas se debe a la convicción de que, en caso de que se tornen más representativas, podrían implicar una limitación a la capacidad de controlar la oferta monetaria y los tipos de intereses», agrega Colombo.
Por otro lado, el economista subraya que la especulación en estas monedas es una de sus grandes desventajas:
«uno podría decir que, si un bien o servicio sube y baja, la gente gana y pierde en consonancia. Y que la especulación no es algo ni bueno ni malo, sino neutral».
«Pero en la vida real el acceso a la información no es igual para todos, entonces ocurre que se profundizan las asimetrías, con tendencia a que ganen los ricos que entraron primero, con mucha plata y pierdan los pobres que entraron tarde y con poca, pero que tal vez es toda la que tienen», explica.
Otro punto a tener en cuenta es que la mayoría de las criptomonedas son un acuerdo entre humanos, abstracto y sin valor real «que depende de que la convención se mantenga». «Se trata de algo que no tiene un valor real significativo a la vez que su valor de cambio tiene enormes riesgos de fluctuar de un minuto al otro».
Un ejemplo de los repentinos cambios en el precio del activo es lo que ocurrió en abril de este año cuando el Bitcoin alcanzó su valor máximo y, tras las declaraciones de Elon Musk, CEO de Tesla, su importe se desplomó a la mitad.
Del mismo modo, señala que el aumento de la minería de estos activos tiene impactos tangibles y muy negativos en términos ecológicos. «Es preocupante que utilicemos grandes cantidades de recursos reales finitos, como las energías sucias, para crear convenciones imaginarias como un bitcoin». Además del enorme perjuicio neto para el mundo, podría desencadenar en la incorrecta asignación de recursos económicos de un país.
Frente a este escenario de crecimiento, el economista da una posible alternativa que los Estados podrían considerar si quieren generar una oferta finita, definida y digital: compromisos más estrictos sobre la oferta de sus propias monedas, que podrían ser digitales, sin necesidad de minado o consumo energético.
Editorial: IproUp