¿Qué tan grande es la transformación del sistema financiero?
Cuando el Banco Central anunció el nuevo sistema brasileño de pago instantáneo, el famoso Pix, comenzaron a surgir muchas especulaciones y discusiones sobre cuál sería el impacto de esta herramienta en el sector financiero. Después de cumplir un año de funcionamiento, ¿podemos ver ya si, de hecho, se han producido cambios y competiciones previstas? Antes de responder esa pregunta, creo que es importante recordar que cuando estamos en el campo de la economía, es difícil establecer con precisión el impacto de un solo evento porque hay muchas variables operando al mismo tiempo.
Para empezar, este último año, por ejemplo, mucho más que el lanzamiento de Pix, la economía enfrentó las consecuencias de una devastadora pandemia, cambios significativos en el sector financiero con la llegada de Open Banking, importantes apuestas de inversores por Neobanks, entre otros factores decisivos que inciden directamente en el comportamiento de personas y empresas. Así que es difícil aislar el impacto individual de un solo sistema, pero me atrevo a intentarlo.
Analizando de manera práctica y directa los efectos del Pix en Brasil, nos damos cuenta de que sí, se están produciendo cambios y tenemos algunas cifras oficiales que lo demuestran.
En su lanzamiento se habló mucho sobre los posibles efectos positivos sobre la competencia y la consiguiente democratización de los servicios financieros. Un indicador muy importante que refleja la concentración bancaria de un mercado es el porcentaje que representan los cinco bancos más grandes de un país en el crédito (o depósitos) total. Si comparamos este número, vemos que Brasil, en 2016, tenía una concentración del 86%.
En los últimos cinco años, sin embargo, este indicador se ha reducido siete puntos -y cada vez más rápido- alcanzando en 2021 cerca del 79,5%. Aun así, el progreso es lento: el país sigue siendo un mercado extremadamente concentrado, solo superado por los Países Bajos, que tiene casi un 90% de concentración bancaria. En Estados Unidos esta cifra se acerca al 40%, mientras que China e India se sitúan entre el 35% y el 37%.
En cuanto al tema de la adherencia, Pix fue un éxito absoluto y es uno de los mejores casos de adopción voluntaria de un “producto” financiero en el mundo. En un año de funcionamiento, nueve de cada 10 transferencias ya son realizadas por el sistema y 105 millones de personas, es decir, más de la mitad de la población brasileña, ya lo han utilizado. Al principio, casi todas las transacciones del sistema se realizaban de persona a persona, pero ahora el 16% son pagos a empresas.
El producto está mejorando mucho y próximamente se podrá pedir cambio, hacer retiros y pagar a plazos. La consecuencia de estos cambios y la amplia aceptación es también el impulso para la competencia. Si antes los grandes bancos siempre tuvieron ventajas muy expresivas en sus redes de medios de pago, hoy pierden importancia cuando existe una alternativa más rápida, cómoda, económica y segura, y sobre todo, que cualquier banco mediano y pequeño puede ofrecer.
Dentro de este escenario de cambios en el último año, la pandemia también fue un factor determinante para la competencia financiera, no solo en Brasil, sino especialmente aquí. Los grandes bancos brasileños han tenido históricamente redes de distribución y servicios gigantes, en línea con el tamaño del país. Hace veinte años, hubiera sido imposible que un banco sin sucursales captara clientes.
Dentro de este escenario de cambios en el último año, la pandemia también fue un factor determinante para la competencia financiera, sobre el terreno en Brasil, especialmente aquí. Los grandes bancos brasileños han tenido históricamente redes y servicios de distribución gigantes, en línea según el tamaño del país. Hace veinte años, era imposible que un banco sin sucursales atrajera clientes.
Siguiendo con la competencia, no podemos dejar de mencionar otros ejemplos que están impactando el mercado y aún tendrán una gran participación en los cambios futuros dentro del sector financiero. Los neobancos cuentan con enormes recursos para competir con los grandes bancos, pudiendo invertir mucho más en publicidad y desarrollo tecnológico. Eso es porque no les preocupan las ganancias tanto como los bancos tradicionales. Los inversores de grandes bancos exigen rentabilidad, por supuesto, pero los inversores de neobancos quieren crecimiento de la cuota de mercado, calidad de servicio, etc. Es decir, les permiten bajar los precios a niveles que los competidores directos no pueden mantener.
Con tantos eventos y acontecimientos este último año, el cambio en general está siendo posible gracias a la responsabilidad compartida de cada uno de ellos, ya sea Pix, Pandemic, Open Banking y Neobanks. El caso es que todos fomentan un mercado más competitivo, que juega un papel fundamental en la economía del país.
Editorial: InfoMoney