Una Vida Llena de Aventuras y Lecciones con Marcos Piccardo
Hoy en N5 CIZ, Julian Colombo charla con Marcos Piccardo, ex-CEO de dLocal, una de las Fintech más importantes de Latinoamérica. Establecida en 2016 y con oficinas en 6 países, la startup unicornio uruguaya provee pagos cross-border conectando proveedores globales con mercados emergentes alrededor del mundo
Acompáñanos en un encuentro lleno de anécdotas mientras exploramos la vida de Marcos Piccardo. Desde sus comienzos como jugador de polo profesional siendo solo un adolescente, hasta su llegada a un hedge fund, pasando por las lecciones que se llevaría a dLocal.
A continuación verás los puntos claves de la entrevista, desde una lección cambia-vidas en Santander hasta sus peripecias en La Pampa. Aún así te recomendamos ver el video completo para no perderte una charla llena de valiosas experiencias y fascinantes aventuras.
De Deportista a CEO
Ya desde joven Marcos Piccardo era un hombre de acción. Con sólo 16 años viajaba por toda Latinoamérica como jugador de polo profesional. Ese, de hecho, era su sueño por aquel entonces. Sin embargo, como él mismo narra, llegó un punto en que se quedó “sin combustible” y tuvo que conseguir un trabajo estable.
Su primer experiencia en el mundo financiero fue como cajero en Santander. Después de un tiempo vio la oportunidad de transitar a un puesto en la sociedad de bolsa de la empresa y decidió mandarse. No tenía experiencia pero aprendió sobre la marcha y le fue bien. Tanto que más tarde en su carrera terminaría trabajando para un hedge fund, y en 2017 terminaría volviéndose el CEO de dLocal.
Cuando el Mejor Curso de Acción Es Esperar
Si hablamos de un hedge fund lo más probable es que pienses en unas lujosas oficinas en un octavo piso — llenas de gente ocupada archivando papeles y atendiendo llamadas. Marcos Piccardo esperaba algo similar. En su lugar se encontró compartiendo oficinas con sólo otras dos personas . Sin embargo, esa se convirtió en una de sus experiencias más valiosas en la vida.
Su jefe era un sujeto relajado que podía tanto quedarse trabajando hasta tarde como llegar a la oficina al mediodía en bermudas y remera. A veces dormía la siesta. A veces lo dejaba irse temprano. Marcos no podía creer que fuera el mismo hombre con el que manejaba fondos de alto riesgo con apalancamientos altos. Un día decidió confrontarlo.
> Yo me rasco la cabeza y vos navegas, cuenta Marcos que pensaba. A lo que su jefe respondió con una lección que él no olvidaría. Nosotros tomamos decisiones y esperamos que sean las correctas, le dijo su jefe. Todo lleva un proceso, un tiempo. Y ese tiempo es el que hay que aprender a manejar.
Aquel día Marcos aprendió que tan valioso como el trabajo en sí es el tiempo para desconectarse. Incluso los más exitosos en el negocio necesitan tiempo para procesar y despejar la mente. Sino, está el riesgo de caer en la iatrogenia — el intentar solucionar algo y acabar empeorando. Como Julian indica, a veces el mejor curso de acción es esperar.
Animarse a Cometer Errores
Cuando se es tan joven y se está en una posición de autoridad, es normal cometer errores. Marcos sólo cometió dos ‘grandes’ errores en su carrera, pero estos fueron tan importantes que nunca los olvidó.
El primero fue por puro nerviosismo. Trabajaba en trading entonces cuando llamó un fondo de Citibank y le pasaron un montón de órdenes para cobrar. Un descuido llevó a Marcos a duplicar todas las órdenes. Un error caro que terminó con su jefe dándole un ultimátum: **Es la primera y la última**. En otras palabras, que no había espacio para otro error así. Y no hubo.
El segundo gran error ocurrió mientras trabajaba en Santander. Marcos había sido entrevistado por un importante periódico para preguntarle sobre el mercado de acciones de Argentina. El panorama no era del todo favorable, y él se los hizo saber. Lo que no esperaba era que al día siguiente el director del mercado de valores llamaría para pedir que lo echen.
Enrique Cristofani, el número uno del banco Santander, terminaría llamándolo a su oficina para reprenderlo como nunca había sido reprendido en la vida. Todavía me asusta, comenta Marcos al recordar su cara de enojo. Después de aquel episodio tendría más cuidado a la hora de hablar con la prensa.
Pese a esto, Marcos promueve el animarse a fracasar.
>Es fantástico, dice con una sonrisa. Así como te animas a fracasar, podes triunfar. Es una cosa o la otra. Lo importante de cometer errores es que después sabes como no volver a cometerlos.
Unas Aventuras en Canoa
Ya finalizando la entrevista, Marcos recuerda sus primeras experiencias andando en canoa.
O, mejor dicho, tratando de andar en canoa.
La primera vez se había mandado sin tener experiencia. Había comprado una canoa y se había lanzado a un viaje en camioneta con su novia y su amigo. En medio del camino, sin embargo, unos fuertes vientos empezaron a sacudir las canoas. Tuvieron que parar en un pueblo a comprar soga y terminaron “momificando” las canoas, como lo describe Marcos.
Un pequeño contratiempo, pero la aventura continuaba. Al menos hasta el siguiente inconveniente. A medio camino se vieron inmersos en un incendio forestal. Para salir tuvieron que seguir a un camión de bomberos porque no se veía nada.
Después de esa odisea, cuando al fin llegaron al río en Piedra Buena, la corriente era muy fuerte y se tuvieron que volver porque su novia no quería tirarse.
Tiempo después la oportunidad se volvió a presentar y fue una experiencia inolvidable. Marcos hasta terminó mandando a armar una canoa con forma de Formula 1.
Conclusiones
A veces a N5 llegan personas aventureras, sin miedo a lo desconocido. Marcos Piccardo es uno de ellos. Estos son las principales cosas a recordar de esta nota:
- No hay un camino fijo. Marcos empezó como jugador de polo y terminó como CEO de una de las Fintech más importantes. Los títulos están bien pero la determinación lo es todo.
- Estar constantemente pendiente de algo que requiere tiempo puede ser contraproducente. A veces el mejor curso de acción es ser paciente.
- Mientras más rápido se cometen errores, más rápido se aprende de ellos.
- Una canoa de Formula 1 no le hace mal a nadie.
Editorial: Marcelo Frette