Latam al frente: cómo la región adoptó la flexibilidad como regla y no excepción
Durante siglos, el empleo estuvo asociado al esfuerzo físico y a la presencia en un espacio común. Incluso después de la Revolución Industrial, el trabajo administrativo seguía ligado a los libros físicos y a la vigilancia presencial de los superiores. La oficina tradicional funcionaba como un “panóptico laboral” donde el jefe debía observar para controlar.
El nacimiento del teletrabajo: los primeros pasos hacia la deslocalización
La llegada de las computadoras abrió la puerta al trabajo a distancia. En los años 70, Jack Nilles —ingeniero de la NASA— introdujo los conceptos telecommuting y telework, liderando los primeros pilotos para reducir traslados y costos.
En ese período, el trabajo remoto era rudimentario, pero sembró una idea revolucionaria: el trabajo no depende del lugar, sino de la conexión.
A partir de los años 80 y 90, con las computadoras personales, Internet y el correo electrónico, el teletrabajo dejó de ser una rareza. En Europa, a fines del milenio, entre el 7% y 10% de la fuerza laboral holandesa ya teletrabajaba regularmente.
La resistencia cultural: oficinas 8/18 y control presencial
En Latinoamérica, sin embargo, la cultura laboral seguía atada a la presencialidad estricta. La oficina tradicional priorizaba el control por encima de la productividad. El trabajo remoto se percibía como un riesgo: ¿Cómo controlar al trabajador si no está frente a mí?
Esta mentalidad retrasó la adopción del teletrabajo en la región, incluso cuando ya existían evidencias de mayor eficiencia desde el hogar en roles por objetivos.
Expansión gradual: 2000–2010s
En 2002, el Acuerdo Marco Europeo de Teletrabajo formalizó definiciones y derechos, marcando la maduración del modelo.
Durante la década de 2010, la banda ancha, el almacenamiento en la nube y los smartphones consolidaron el trabajo remoto parcial como práctica común en industrias basadas en conocimiento.
La pandemia: acelerador histórico sin precedentes
El quiebre global llegó con la pandemia. Lo que habría tomado una década, ocurrió en meses. Empresas de todos los sectores debieron adoptar el trabajo remoto por necesidad, probando su viabilidad en escala masiva.
Los límites de lo no presencial: el desafío del aprendizaje sin mímesis
Aunque el remoto resolvió la continuidad operativa, también expuso limitaciones:
- descenso en la velocidad de aprendizaje
- pérdida de referencias visuales para la mímesis
- menos socialización y formación informal
- debilidad en habilidades vinculares
Para resolver esto, surgieron soluciones tecnológicas como asistentes virtuales de entrenamiento, populares en fintech, que enseñan, evalúan y acompañan a nuevos colaboradores.
Ventajas y desventajas de la presencialidad
La oficina mantiene aportes valiosos:
- sentido de pertenencia
- vínculos espontáneos
- aprendizaje acelerado
- innovación colaborativa
Pero también implica costos: traslados, desgaste y rigidez.
Trabajo híbrido: el punto de equilibrio
La evidencia internacional indica que el modelo híbrido combina lo mejor de ambos mundos.
- La experiencia pandémica demostró que muchas tareas pueden hacerse remoto.
- Pero también dejó claro que la innovación, el aprendizaje social y ciertas colaboraciones requieren presencia.
Por eso, el mundo no evolucionó hacia el remoto absoluto, sino hacia una modalidad combinada y flexible.
LatAm: la región más híbrida del mundo
Un estudio de JLL (2023, 13 países) reveló:
- 71–72% de las empresas latinoamericanas operan en formato híbrido
- solo 10% trabaja totalmente remoto
- la presencialidad estricta cae drásticamente respecto de la prepandemia
La región consolida una cultura de oficina fuerte, pero unida a una flexibilidad que ya es irreversible.
Líderes globales coinciden:
- Paul Knopp (KPMG): “El trabajo híbrido llegó para quedarse.”
- Satya Nadella (Microsoft): “No abandonaremos las oficinas; las usaremos de otra manera.”
El futuro del trabajo: un camino en construcción
El modelo híbrido se consolida, pero la evolución recién comienza. Las normativas laborales en países como Argentina están en revisión, y las empresas analizan productividad, costos y bienestar para definir el equilibrio del futuro.
El trabajo híbrido se posiciona como el modelo dominante y más sostenible en Latinoamérica. Aporta productividad, bienestar y flexibilidad, sin renunciar a los beneficios de la presencialidad. La región avanza hacia un esquema laboral mixto, impulsado por tecnología, aprendizajes pandémicos y nuevas expectativas sociales.

